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Un lugar para la lectura...

  • Foto del escritorMaría Soledad Perugini

DESAFÍOS

Creo que a todos nos entusiasman los desafíos, porque nos posibilitan continuar aprendiendo.

Durante estas semanas de aislamiento social, me planteé la necesidad casi imperiosa de continuar formándome, leyendo y escuchando a especialistas en Educación.


Los medios en su afán de informar a la sociedad sobre el covid-19, comenzaron a inundar los noticieros con imágenes (algunas innecesarias) notas y comentarios en la materia, provocando en algunos casos sobreinformación.


Me pregunté varias veces cómo todo esto podría afectar en el estado anímico de aquellos que tan sólo ven en a la televisión como su único medio de distracción y compañía. También reparé en las nuevas maneras de comunicación entre adultos, jóvenes y niños, las cuales raudamente colapsaron. Algunos estábamos un poco más habituados a utilizarlas, pero, ¿los adultos mayores?


Palabras como Zoom, Hangout, Skype de repente comenzaron a formar parte de nuestro lenguaje casi cotidiano. Y los más grandes (no todos), se vieron forzados a emplearlos para sentirse más cerca de sus afectos.


A medida que transcurrían los días, sentí que vivía como si el tiempo se hubiera detenido, como si la humanidad estuviese en un letargo. Comencé a perder la noción de los días, y no porque no tuviera una rutina, sino porque en ese aletargamiento me iba sumergiendo en otra realidad muy distinta a la familiar y conocida (mi vida de antes).


Entre lecturas, charlas, capacitaciones, cursos online, correcciones y propuestas de clases mi vida laboral iba transformándose. Descubrí que la tecnología se había convertido en una buena aliada porque con ayuda podía sortear los obstáculos que ella misma me presentaba paso a paso.


Hace unos días, por medio de una capacitación aprendí que existe mindfulness (atención plena),una técnica de relajación que nos enseña a tomar conciencia plena de nuestras emociones con el fin de eliminar la frustración o ansiedad que produce el no poder cambiar ciertas situaciones (1)”, y que estaba ligada a la educación emocional en los chicos; e incluso afirman que mejora el rendimiento académico porque permite aceptar, expresar y regular las emociones. ¡Qué interesante poder difundirla en estos tiempos!- pensé- ¡Cuánta falta nos hace lograr una atención plena!


Un joven profesor español que escuché hace unos días dijo algo tan cierto como tan sencillo: “Es necesario educar nuestro corazón y nuestra cabeza con libros y películas criteriosos” (2). En su conversación hacía referencia a la importancia de encontrar momentos para la lectura, el buen cine y la buena música, como así también disponer de un lugar cómodo para todo ello, es saludable para nuestro espíritu. ¡Y claro que sí!, nuestra cabeza debe alimentarse de cosas buenas, que nos alimenten, que nos hagan fuertes.


Francesco Tonucci, un pedagogo italiano (3), al que tuve el placer de escuchar hace poco (gracias, Internet), hacía referencia a una cita de Albert Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura”. Tonucci se refería a la escuela en tiempos de coronavirus, y yo también lo pienso para toda la humanidad, en la que todos nosotros podamos decir cuando pase todo esto: “estos días raros me posibilitaron ser más creativos, demostrativos, a aprovechar el ocio (otium, para los latinos) a leer, a disfrutar de lo pequeño.

Al principio de estas líneas, me preguntaba qué repercusión tendría para muchos el bombardeo de tanta información sumado a la situación de verdadero aislamiento (a veces es literalmente estar solo) y no poder compartir con otros la desazón que produce estos días raros. Pienso que no todos tenemos los mismos recursos humanos para sobrellevarlos; tampoco hay que leer a Cortázar (4), ni a Bradbury (5), ni a Dick (6) para darse cuenta que la realidad ha superado mil veces a la Ficción, que no hemos sido invadido por unos alienígenas, ni algo extraño se apoderó de una casa, o que el mundo se acabará al día siguiente; pero sí, que algo diminuto e invisible, en el año 2019 irrumpió (casi como en el Fantástico) el orden de lo familiar y conocido.


Esto quedará registrado en la Historia para contarles a las generaciones futuras que hace muchos años hubo una pandemia que se llevó muchas vidas, y paralizó durante un tiempo largo a la humanidad. Y ojalá, también contar cómo el hombre salió de ella transformado.


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